
Hoy no lidero desde la voluntad ni desde la meta,
sino desde el sol que se ha encendido dentro.
No fue un solo hecho el que me encendió,
fueron mil pequeñas acciones alineadas con mi esencia.
Me leí, me escuché, me interpreté.
Hoy no me expreso con palabras ni con caligrafías.
Hoy vibro.
Soy negras, corcheas, fusas, semifusas y silencios,
vibrando en armonía con mi entorno,
desde un foco interno que por fin se encendió.
No fue un logro externo,
fue un encaje sutil entre lo que hago y lo que soy.
Me leí tantas veces,
que aprendí a interpretarme.
Y ahora, simplemente,
sueno. vibro.
El foco primario del origen pulsa,
y desde ahí, cada tarea —grande o mínima—
se vuelve una nota en mi partitura.
Así suena una bruja que se lee
hasta aprender a escribirse,
y sonar en armonía con el todo.