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EL ORIGEN

EL ORIGEN

Los mitos del origen de la creación en las diferentes civilizaciones y culturas:

MESOPOTAMIA

MITOLOGIA SUMERIA

La sumeria fue la primera civilización mesopotámica (aprox 3000 a. C.) 

Nammu es la diosa sumeria que identifica al «abismo de las aguas» en el océano primigenio. Nammu fue la primera deidad y origen del todo. Diosa del nacimiento, su lugar de culto se centró en la ciudad de «Ur». Curiosamente, en euskera, agua=Ur

Nammu era la diosa que dio a luz al Cielo y a la Tierra, en los tiempos de los sumerios. La representación de esta diosa es el de una mujer desnuda, erguida, con cabeza de serpiente y dando de amamantar a un niño. Tienen el cuerpo decorado con cupulitas como símbolo del mundo subterráneo y método mágico para solicitar a la diosa el renacimiento de lo que se halla en su seno. También tienen anchos hombros y brazos cruzados como símbolo de protección. Gran triángulo púbico alusivo al paraíso terrestre lugar donde tiene origen la vida y la resurrección.

En muchos textos es identificada como consorte de An y madre de Enki, y con la capacidad de producir agua. Alternativamente figura como progenitora de la tierra Ki, y del cielo An . También se menciona que engendró a otros dioses, y que moldeó arcilla recolectada por unas criaturas llamadas sig-en-sig-du, y la trajo a la vida creando así, junto a Ninmah y a Enki, la raza humana.

Es una representación de la gran diosa madre de la naturaleza en demanda de que propicie la fertilidad: envíe la lluvia, haga renacer la vegetación, dé hijos a las madres, resurrección a los difuntos.

MITOLOGÍA BABILÓNICA

Si hacemos referencia al agua y a la creación, es indispensable hacer referencia a «Tiamat», que está representada en una de las cartas de los Arcanos de Ursula Dulcinea

El Enûma Eliš comienza:

«Cuando en lo alto el cielo no había sido nombrado, no había sido llamada con un nombre abajo la tierra firme, nada más había que el Apsu primordial, su progenitor, (y) Mummu-Tiamat, la que parió a todos ellos…»
1. enûma eliš la nabuú šámamu Cuando en las alturas del cielo nada (fue, había sido) llamado (invocado)
2. šapliš ammatu šuma la zakrat Abajo en la tierra nada llamado por su nombre.
3. ABZUma reštuú zarušuun El primordial progenitor de ellos.
4. muummu ti’amat muallidaat gimrišúun mummu(origen de ?) Ti’amat, origen de todo (de todos ellos).
5. AMEŠšúnu išteniš iiquúma mezclaron sus aguas.
6. gipara la kiiuru uaa la še’uú las planicies no estaban unidas, los cañaverales no se encontraban
7. enuma DINGIR.DINGIR la wapum šupuú manana. cuando ninguno de los dioses había sido visible
8. šuma la zukkuru šimatú la šiimu ellos no eran llamados por su nombre, los destinos no habían sido decretados.
9. ibanuúma DINGIR.DINGIR qrebšúun los dioses fueron creados entre ellos.

El universo apareció por primera vez cuando Tiamat y Apsu, elementos acuosos, concibieron a los primeros dioses Anshar y Kishar, de cuya descendencia provienen el resto de los dioses sumerios. Sobre la problemática de la traducción de la palabra mummu: La palabra mummu ha sido interpretada de diferentes formas. Primero como un adjetivo de Ti’amat, traduciéndose ‘Ti’amat la generatriz’, también ha sido interpretada como una deidad independiente siendo mummu, entendida como la generatriz de todo, incluyendo Ti’amat y Apsu. Hay muchas posibilidades, tal como podemos leer en el artículo de Heidel (1948).

Tiamat es la diosa primordial del «mar salado» perteneciente a la mitología babilónica, también asociada a un monstruo primordial del caos mencionada en el poema épico Enûma Elish. Ti significa vida y amamadre

En la religión de la antigua Babilonia, Tiamat es una diosa primordial del mar salado, que se une con Abzû, el dios del agua dulce, para producir dioses más jóvenes. Ella es el símbolo del caos de la creación primordial. Se la conoce como mujer y se la describe como la reluciente. Se sugiere que hay dos partes en los mitos de Tiamat, la primera en la que Tiamat es una diosa creadora, a través de un matrimonio sagrado entre sal y agua dulce, creando pacíficamente el cosmos a través de generaciones sucesivas. En el segundo «Chaoskampf», Tiamat se considera la encarnación monstruosa del caos primordial. Algunas fuentes la identifican con imágenes de una serpiente marina o un dragón.

En Enûma Elish, la epopeya babilónica de la creación, ella da a luz a la primera generación de deidades; su esposo, Apsu, suponiendo correctamente que planean matarlo y usurpar su trono, luego les hace la guerra y es asesinado. Enfurecida, ella también lucha contra los asesinos de su marido, tomando la forma de un enorme dragón marino. Luego es asesinada por el hijo de Enki, el dios de la tormenta Marduk, pero no antes de que ella haya traído a los monstruos del panteón mesopotámico, incluidos los primeros dragones, cuyos cuerpos llenó con «veneno en lugar de sangre». Marduk luego forma los cielos y la Tierra a partir de su cuerpo dividido.

El poema es visto como la historia de la eterna lucha entre el Orden y el Caos, puesto que muestra el arquetipo del guerrero que lucha contra el Caos, pese a no conseguir derrotarle nunca, por lo que la lucha es constante. Por ello, Marduk, dios de la luz y el orden, debe vencer a Tiamat, quien representa a la oscuridad y el caos.

Tiamat es una diosa madre monstruosa e irracional, de naturaleza primitiva y vengativa, terrenal, que representa al mundo sensitivo y corruptible, mientras que Marduk obtiene la confianza de los dioses para instaurar el orden enfrentándose a ella, con el poder que le otorga la palabra y la ley, representando al mundo inmaterial e inteligible, el camino deseado por los dioses para crear el mundo civilizado.

Hay quien considera Enûma Elish como la expresión poética de la transformación de la sociedad desde el matriarcado al patriarcado, más precisamente el cambio de paradigma de la fertilidad de la tierra como fuente de la vida y la creación a la razón como fuente de la creación humana.

 

MITOLOGÍA ASIRIA

La historia de Atrahasis, también conocido como Utnapishtim (para los babilonios) o Ziusudra (para los sumerios), que es el protagonista del poema que lleva su nombre, empieza mucho antes de que este entre en escena, y antes de que la humanidad fuera pensada y creada, en tiempos en que los dioses menores tenían que drenar los canales, cavar zanjas y hacer todo el trabajo pesado.

Los dioses tuvieron que drenar los ríos y limpiar los canales,
y las fronteras de la vida de la tierra,
los dioses drenaron el lecho del Tigris
y luego ellos drenaron el Éufrates.

Después de 3600 años de este trabajo, los dioses finalmente comienzan a quejarse. Deciden declararse en huelga, quemando sus instrumentos de trabajo y rodeando «la vivienda del dios principal, Enlil (su templo)”. Nusku, el visir de Enlil, lo busca y lo encuentra descansando en su cama, y lo alerta de la muchedumbre enfadada afuera. Estos asustan a Enlil (su cara es descrita como «cetrino como un tamarisco»). Nusku aconseja a Enlil que convoque a otros grandes dioses, sobre todo a Anu (el dios de cielo) y a Enki (el dios inteligente del Apsu). Anu aconseja que se averigüe quién es el cabecilla de la rebelión y envían a Nusku para preguntar a la muchedumbre de los dioses cuál es su líder. Las respuestas de la muchedumbre es: «¡Cada uno de nosotros dioses ha declarado la guerra!»

¡Belit-ili la diosa madre (diosa de la matriz o diosa del útero) está presente,
Dejad a la diosa madre crear al descendiente,
y dejad al hombre llevar la carga de los dioses!

Cuando los dioses superiores ven que el trabajo de los dioses inferiores es demasiado pesado, deciden sacrificar a uno de los rebeldes, para el bien de todos. Ellos tomarán a un dios, lo matarán, y crearán a la humanidad, mezclando la carne del dios y su sangre con la arcilla. Luego, Enki les instruye sobre rituales de purificación para el primero, el séptimo y el decimoquinto día de cada mes. Los dioses sacrifican a Geshtu-E, «un dios que tenía la inteligencia» (su nombre significa, piensa, «el oído» o “la sabiduría”) y la humanidad se forma de su sangre y de arcilla. Después de que la diosa madre mezcla la arcilla, todo el conjunto de dioses escupen saliva sobre ello. Entonces Enki y la diosa madre toman la arcilla en «la habitación del destino», donde

Las diosas madres (diosas de la matriz o diosas del útero) fueron montadas.
Él (Enki) mezcló la arcilla en presencia de Ella (Belit-ili, también Ninhursag, o Aruru, o Dingirmakh, o Ninhursaga, o Ninmah o Nintu/Antu)
Que se mantuvo recitando un conjuro,
Mientras Enki, se quedaba y presenciaba todo, él le hizo recitar.
Cuando ella hubo terminado su conjuro,
Pellizcó catorce pedazos de arcilla, y puso dos juegos,
Siete pedazos a la derecha, siete a la izquierda.
Entre ellos, ella dejó un ladrillo de fango.

La creación del hombre parece ser descrita aquí como si fuera análoga o similar al proceso de hacer ladrillos: primero el amasado de la arcilla y luego se aprietan las partes, que se harán ladrillos. Aquí, las siete partes de la derecha se hacen machos y las siete de la izquierda se hacen hembras. El ladrillo que se coloca entre los dos grupos puede ser un símbolo del feto, ya que cuando los trocitos de arcilla están listos para ser «nacidos», su nacimiento es descrito como esto:

Cuando el décimo mes vino, Ella [la diosa del nacimiento] junto a su personal, abrió la matriz.

Tal como alguien pone una espátula de madera en un horno de ladrillos para quitar los ladrillos, la diosa de la matriz o la comadrona usa un asistente para comprobar y ver si la matriz (útero) se ha dilatado bastante para el nacimiento. Después de que los siete hombres y siete mujeres nacen, la diosa del nacimiento da reglas para que se hagan celebraciones en el nacimiento: ellos deberían durar durante nueve días en los cuales un ladrillo de barro debería ser dejado. Después de nueve días, el marido y la esposa podrían reasumir relaciones conyugales.

EN LA MITOLOGÍA EGIPCIA

En la mitología egipcia, el agua primordial es divina, no tiene un rol secundario, es más, tiene nombre propio, Nun y tomará atributos humanos inclusive, formando pareja con su doble femenino, Naunet.

El mundo para los egipcios se engendró de una masa acuática primigenia indiferenciada e informe. Existieron varias versiones acerca del origen del mundo pero todas ellas coincidieron en que en principio sólo existió el caos; el cosmos no es la obra de un dios que haya existido eternamente.

Nun era entendido como un «concepto»; es el principio común en todas las cosmogonías, la primera sustancia abstracta, el elemento caótico que contiene el potencial de la vida, simbolizado como caóticas aguas primordiales que ocupaban todo el universo.

En el principio, antes de la creación, solo hay Nun (pero «no existe»), es un océano inerte, sin límites, rodeado de absoluta oscuridad, que no es la noche, pues aún no se había creado esta. Los sacerdotes egipcios, para describir este estado, enumeraban lo que no existía.

Del Nun surge espontáneamente la vida como demiurgo que solo piensa. A continuación el demiurgo comienza a hablar, y se disocia del Nun que se convierte en el «océano primordial». Aún no existe y por ende no ve lo que ocurre. Entonces el Demiurgo comenta al Nun lo que sucede; el relato del Demiurgo provocando la respuesta y el despertar del Nun, es el origen de la palabra, y del diálogo.

En ese momento el Demiurgo se mueve y es el principio de la Creación. Pues el Demiurgo y el Nun no forman parte realmente de la Creación.

Se creía que, después de la creación, las aguas del Nun rodeaban la Tierra, siendo Nun el responsable de la inundación anual del Nilo, y de las aguas subterráneas que marcaban los límites entre el mundo de los vivos y el de los muertos.

Nun, como concepto deificado, posee un Ba (espíritu) que es el Sol.

El caos acuático es inexplicable para ellos: es la negación del mundo presente, su forma de describirlo es a través de las negaciones de lo existente, no se asemeja a nada de él; es el estado previo a la formación del cosmos: “antes de que existiera el cielo, antes de que existiera la tierra, antes de que existieran los hombres, antes de que nacieran los dioses, antes de que existiera la muerte”. (Cohn 1995, p. 18).

El caos era una sustancia material que los egipcios denominaron Nun, un océano sin límites: “La oscuridad reinaba en la superficie de las profundidades, porque el sol aún no existía. Pero en el interior de aquel abismo oscuro y acuoso yacía en estado latente la sustancia primitiva con la cual se formaría el mundo. Sumergido también en algún lugar del abismo estaba el demiurgo que se encargaría de darle forma. Pero también el demiurgo existía sólo en potencia, no era aún consciente de sí mismo ni de la tarea que debería llevar a cabo”. (Ibídem, p. 18).

 

«Cuando en lo alto el cielo no había sido nombrado, no había sido llamada con un nombre abajo la tierra firme, nada más había que el Apsu primordial, su progenitor, (y) Mummu-Tiamat, la que parió a todos ellos…»
Para los mesopotamios, en el origen —todavía antes de las parejas sucesivas— existió una divinidad aislada, única e inmensa que por sí misma, sin ayuda de un contrario, había engendrado a la primera pareja, inaugurando así, una serie de dioses que conformarán el cosmos. Esta primera divinidad se creía que era materia caótica (sin forma), acuosa y marina. La materia increada fue concebida como un gran organismo vivo al cual se le llamaba Nammu, una diosa madre que generó el universo.
Más tarde, este catálogo de figuras míticas que se remontó hasta los comienzos del mundo, fue contado en el famoso Poema de la Creación en que Nammu se mostró ya como dos enormes masas de agua divina; Tiamat que representaba el “Agua salada” primordial y bisexuada, y que es parecida a Nammu. Tiamat posee una mayor importancia que Apsû, la segunda gran masa líquida que representaba el mar de “Agua dulce”.. La primera generación de dioses poseían aún rasgos de aquellas divinidades informes primigenias. De Apsû y Tiamat surgieron Ansar (en sumerio “Cielo universal”.) y Kisâr (“Tierra Universal”); estas dos divinidades representaron la totalidad del cielo y la tierra. De la pareja anterior nació Anu, quien procreó a Ea, y éste, poco después, con su mujer Damgalnunna, trajo al mundo a Marduk. Después de la instauración del orden por Marduk, el residuo de las aguas primordiales de Tiamat que se mantenían siempre en la parte más inferior del cosmos, fue identificado con el lugar donde los muertos habitaban. A partir del triunfo de Marduk sobre Tiamat, el dios primordial que representa el caos cósmico, los espacios del universo se diferencian y determinan, haciéndose el cielo y la tierra. La función del acto de recitar el poema cada año tiene que ver con el mantenimiento del orden del cosmos: Entre los babilonios, durante el ceremonial de año nuevo, akîtu (que dura doce días), se recitaba varias veces en el templo de Marduk el poema llamado de la creación, Enuma Elish: era una manera de reactualizar por la magia oral y por los ritos que la acompañan la lucha entre Marduk y el monstruo marino Tiamat, lucha que había sucedido in illo tempore y que, por la victoria final del dios, había puesto fin al caos. Cornford en su estudio Principium Sapientiae sostuvo que la batalla de Marduk contra Tiamat que se narra en el Poema de la Creación babilónica es compatible con lo que se narra en La Teogonía de Hesíodo al respecto de la sublevación de Zeus al trono del cosmos. Zeus es la versión griega de Marduk en tanto que los dos imponen un reino de justicia y liberan al mundo de las potencias del caos, Tiamat y Cronos, respectivamente.

 

EGIPCIOS

GRECIA

En la mayoría de los relatos mitológicos griegos sobre la creación aparece preexistente el Caos concebido como un abismo sin fondo, espacio abierto sumido en la oscuridad donde andaban revueltos todos los elementos: El agua, la tierra, el fuego y el aire. El Caos contenía el principio de todas las cosas, antes de que naciesen los Dioses, y por eso se lo considera el más antiguo de ellos. Nada tenía en él forma fija y durable, todo estaba en constante movimiento con inevitables choques, los elementos congelados contra los abrasadores, los húmedos contra los secos, los blandos contra los duros y los pesados contra los ligeros. El Caos era nada y algo, materia y antimateria al mismo tiempo.

LA CREACIÓN SEGÚN HESÍODO (Mito clásico)

Según Hesíodo en un principio sólo existía el CAOS. Después emergió GEA (la tierra) surgida de TÁRTARO, tenebroso de las profundidades y EROS (El amor) elemento primordial que no hay que confundir con Eros o Cupido, hijo de Afrodita. Del Caos por la acción de Eros surgieron EREBOS (las tinieblas), cuyos dominios se extendían por debajo de Gea, y NYX (la oscuridad o la noche). Erebos y Nyx originaron a ETER y HEMERA (el día) que personificaron respectivamente la luz celeste y terrestre.

Con la luz, Gea cobró personalidad y comenzó a engendrar por si sola. Es así como surgió URANO (El Cielo Estrellado). También produjo las altas montañas.

Urano contempló a su madre desde las elevadas cumbres y derramó una lluvia fértil sobre ella, naciendo así las hierbas, las flores y los árboles con los animales que formaron como un cortejo para cada planta. La lluvia sobrante hizo que corrieran los ríos y al llenar de agua los bajos se originaron los lagos y los mares, todos ellos deificados con el nombre de Titanes: OCÉANO – CEO – CRÍO – HIPERIÓN – CRONOS; y las Titánidas: TEMIS – REA – TETIS – TEA – MNEMOSINE – FEBE; de ellos descendieron los demás dioses y hombres.

Además Urano y Gea crearon otros hijos de horrible aspecto: los tres Cíclopes primitivos: ARGES – ASTÉROPES – BRONTES, quienes tenían un sólo ojo redondo, eran inmortales y representaban respectívamente el rayo, el relámpago y el trueno. Finalmente engendraron a los Hecatónquiros o Centimanos, tres hermanos con cincuenta cabezas y brazos cada uno que se llamaron: COTO – BRIADERO – GIGES.

Por su parte la noche engendró a TÁNATOS (La muerte), a HIPNO (El sueño) y a otras divinidades como las HESPÉRIDES (Celosas guardianas del atardecer cuando las tinieblas empiezan a ganar la batalla de la luz diurna, fenómenos que se repite cada día), las MOIRAS (Defensoras del orden cósmico, representadas con hilanderas que rigen con sus hilos los destinos de la vida) y NÉMISES (La justicia divina, perseguidora de lo desmesurados y protectora del equilibrio)

Hesiodo

  • La Edad de Oro.
  • La Edad de Plata.
  • La Edad de Bronce.
  • La Edad de los Héroes.
  • La Edad del Hierro.

La Edad de Oro

La Edad de Oro fue el inicio de la humanidad. En la Antigua Grecia el oro representaba la buena fortuna, la luz y lo belleza absoluta. De allí que se usara este nombre para describir a la época de mayor esplendor de la humanidad.

Según la mitología griega, el titán Cronos creó a los hombres. En aquel entonces vivían casi como dioses, eran puros, no tenían preocupaciones, no sentían dolor ni debían trabajar. Se alimentaban de lo que la naturaleza les brindaba. La muerte era como caer en un sueño profundo. Al morir, los hombres se convertían en espíritus benignos y protectores.

Este período se caracterizó por ser un estado ideal y casi utópico, de extrema felicidad, donde la primavera era eterna.

La Edad de Oro terminó cuando Zeus venció a los titanes en la guerra conocida como Titanomaquia. Así derrocó a Cronos y se consagró como dios principal del Olimpo.

La Edad de Plata

La Edad de Plata duró unos cien años. Tras la derrota de Cronos, Zeus y los dioses olímpicos crearon una segunda generación de hombres que eran menos nobles que los de la Edad de Oro.

En vez de una primavera perpetua, esta pasó a ser solo una estación de pocos meses. Las personas tuvieron que abrigarse, construir casas y comenzar a trabajar. Para alimentarse, debieron aprender a sembrar y cosechar. También se caracterizaron por incluir el pan en su dieta.

La expectativa de vida era de unos cien años, pero la etapa de la infancia era bastante prolongada. Los niños crecían apegados a sus madres y cuando llegaban a la edad adulta, envejecían rápidamente. Cuando morían iban al inframundo.

Los hombres de esta edad eran ignorantes y combativos y no honraban a los dioses. Esto provocó la ira de Zeus, quien los castigó destruyéndolos con un diluvio.

La Edad de Bronce

Este período se caracterizó por el uso del bronce, que en la Antigua Grecia se empezó a utilizar en el tercer milenio a. C.

Zeus creó a los hombres a partir de fresnos, un árbol cuya dura madera se utilizaba para hacer lanzas. Los hombres de la Edad del Bronce eran fuertes y más pendencieros que los de la Edad de Plata.

Se caracterizaron por tener armaduras de bronce y casas más resistentes. Su alimentación se basaba, principalmente, en la carne. Cuando los hombres de la Edad de Bronce morían, también pasaban al inframundo.

Finalmente, la desaparición de la humanidad de este período se produjo por la peste y las guerras.